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Gamificar la formación no es un juego

Jugar es pasar un buen rato, es divertido. Pero también un reto a superar, una competición. Seguro que tienes un juego favorito al que le has dedicado horas para mejorar. Incluso en un pasatiempo, existe ese deseo de ganar y batir récords que nos anima a seguir jugando. ¡A mí me es imposible dejar una sopa de letras sin terminar!

Esa motivación es perfecta para trasladarla a situaciones en las que alguien se ve de alguna forma obligado a realizar una tarea por la que no tiene mucho interés. Gamificar es aplicar los mecanismos del juego a la vida profesional, como la formación o la selección de personal.

Imagina que has de implantar una nueva herramienta de control horario, que has diseñado un nuevo proceso de bienvenida a los empleados o que has de dar a conocer el plan de carrera que has desarrollado. Puedes aprovechar la gamificación en todos estos casos porque aprender jugando es una manera de transmitir esos conocimientos de forma que no se vea tanto como obligación, sino como una diversión.

Esto no significa que se tenga que dedicar más o menos horas que antes, simplemente que las sesiones serán más entretenida para los participantes. Así tendrán más estímulos para progresar y llegar al final, lo que aumentará su satisfacción y compromiso con la empresa, además de incidir directamente en su carrera profesional.

Para conseguirlo en tus próximas formaciones online, plantéate estas cuestiones:

  • ¿Qué haría falta para convertir tu objetivo en un desafío? Intenta que sea un reto desde el punto de vista del empleado, que le ayude de alguna forma en su día a día. Ha de percibir la formación como algo que le será útil. Si has utilizado antes la gamificación durante el proceso de captación o bienvenida, varía el enfoque para que le continúe siendo interesante.
  • ¿Cómo puedes despertar el deseo de superación personal entre quienes han de participar? Ver la formación como una obligación es lo peor que puede ocurrir, en cambio el ansia por mejorar no se percibe como una mala inversión de tiempo, más aún cuando se trata de mejorar sus habilidades profesionales.
  • ¿Es posible crear alguna competición dentro del área o entre ellas? Las evaluaciones personales pueden agregarse para crear grupos más o menos convencionales: becarios contra directivos, menores de 30 contra mayores de esa edad, departamento técnico contra el comercial…
  • ¿Cómo mantener la motivación durante las diferentes fases o niveles de juego? Para conseguir que no abandonen, la dinámica puede incluir etapas que ayuden a valorar el progreso de forma positiva, alguna sorpresa que no esperen o mostrar anónimamente quién va ganando para no desvelarlo hasta el final.
  • ¿Qué recompensas puedes dar, tanto en las etapas intermedias como al final del reto? No se trata de pensar solo en gratificaciones, también vale algún tipo de reconocimiento que pueda mostrar el equipo, como menciones en informes de seguimiento, diplomas o badges para logros personales. Además, el propio juego es una recompensa porque también sirve para sus propias habilidades.

La gamificación ofrece muchas ventajas a la formación online: añadir retos en la carrera profesional del empleado hace que el departamento tenga equipos más preparados. Además, sus integrantes se relacionan más entre ellos, aumenta el sentimiento de pertenencia y se sienten más involucrados con la empresa.

¿Te contamos cómo gamificar tu campus?

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