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Del trabajo híbrido al blended learning hay un paso

Antes de que la pandemia pusiese de moda la palabra “híbrido” para referirse a la mezcla entre ir a la oficina y teletrabajar, ya existía el aprendizaje semipresencial. El blended learning (o b-learning para abreviar) es una formación que incluye tanto sesiones presenciales en un aula como online. La combinación de ambas no ha de ser al 50%, de hecho, hay otras posibilidades como vamos a ver.

A la hora de organizar una serie de cursos, es importante equilibrar el porcentaje de estas dos formas de enseñar para que los participantes saquen todo el partido posible a las clases híbridas. Así, podrás aprovechar los beneficios que más te interesan de cada modalidad, como pueden ser las conversaciones en tiempo real para generar debates con la libertad de horarios para el aprendizaje individual.

El blended learning permite enfocar una parte online como substitución de una presencial. Lo más sencillo es repartir el temario para que algo deba seguirse en remoto y algo en la misma aula. Por ejemplo: cada tres sesiones presenciales, dos online; hacer solo algunos temas de cada asignatura en modalidad presencial; o una asignatura transversal que dure todo el curso y se haga solo online.

Otra posibilidad es distinguir si se trata de teoría o práctica. Así, también se mantiene un criterio común durante el curso y se aprovechan más específicamente algunas funcionalidades del campus online. Dos ejemplos:

  • Si se hace la teoría en el aula, entonces se pueden dejar para la distancia los ejercicios y los tests de seguimiento del aprendizaje, ambas opciones en modo de corrección automática para dar mayor libertad y que se realicen a ritmo variable.
  • Si se prefiere aprovechar la presencialidad para hacer dinámicas de grupo o corrección de tareas con el profesorado, el campus se convierte entonces en un repositorio de vídeos, materiales y bibliografía para aprender la teoría que falta a cada participante según su nivel de conocimiento.

Hay muchas posibilidades y en la elección influye tanto el alcance de la formación (un equipo concreto, un departamento o toda la plantilla) como la organización interna de la empresa. Por eso, si tus formaciones siempre han sido presenciales, puedes utilizar el modelo semipresencial como un complemento para que la introducción del mundo online sea un cambio más sencillo.

Desde esta perspectiva, se mantienen las clases presenciales y en las online se busca enriquecer lo que se ha comentado físicamente. No basta con colgar apuntes en el campus y por arte de magia ya es convierte en un curso blended. Piensa que, no solo tendrán que ir a clase, también una parte de la dedicación será online y que esto puede suponer un esfuerzo adicional para quienes no estén acostumbrados a trabajar por su cuenta.

Considerando también a quienes están teletrabajando, la solución de clases híbridas les permite integrarse mejor en la formación. Otros dos ejemplos: invitar a alguien de fuera de la empresa a que dé una charla online para cubrir un aspecto concreto del curso y que todos puedan verlo; o invitar a esa persona a que vaya a una clase y se siga la sesión desde casa o presencialmente, según dónde se encuentre cada uno.

Para que la formación blended sea fácil para los alumnos, es necesario disponer de un campus que centralice la información y organice el aprendizaje. ¿Te ayudamos a poner en el tuyo en marcha?

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